La expresión
proviene de las historias que contaban de China los viajeros occidentales como
Marco Polo que al regresar a sus hogares, contaban historias sobre lo que habían
visto, pero muchos cargaban sus relatos con una buena dosis de imaginación y
exagerando su experiencia. Por lo que era normal que apareciesen elementos
fantásticos como monstruos o seres sobrenaturales por lo que eran vistas como
poco creíbles. De este modo, cuando una historia empezaba a degenerar
y exceder de lo real se decía que estaba contando un cuento de China. La
expresión «cuento chino» se siguió utilizando hasta llegar a nuestros días como
para referirse a aquello que es un engaño, un embuste o una mentira disimulada
y disfrazada de alguna manera.
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