Probablemente en alguna ocasión nos habremos montado en una de ellas en
algún parque de atracciones. Se llaman así precisamente porque en los siglos XV
y XVI, en algunos pueblos rusos se construían toboganes de madera para
deslizarse sobre el hielo en verano: Los aventureros se sentaban en bloques de
hielo y dejaban que la gravedad siguiera su curso. En el siglo XIX,
la atracción se exportó a Francia, donde recibió el nombre por el que la
conocemos. Allí no hace tanto frío, así que se optó por vagonetas con ruedas
sobre raíles que suben, bajan y dan vueltas para causar vértigo. Por esa razón
en francés se conocen como montagnes russes y
en italiano como montagne russe. Pero en
inglés son “roller-coasters”. Curiosamente en
Rusia se conocen como “montañas americanas”
porque las modernas tienen su origen en Estados Unidos en el siglo XIX. De
forma figurada se refiere a los sentimientos que tiene una persona, unas veces
está muy alegre, otras muy triste.
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